martes, 13 de agosto de 2013

The Brawlers-Capítulo 2

Capítulo 2-Game and Watch

Slippy suspiró, al tiempo que viraba el Great Fox. Su capitán no contestaba, y eso, además de ser raro, no dejaba de producirle una extraña sensación. Últimamente estaban ocurriendo cosas muy raras, como si todo el mundo de repente se hubiera vuelto loco. Subidas de impuestos, ataques, ocupaciones "pacíficas", muchos más piratas galácticos...más basura, en general.

Conectó una vez más el intercomunicador, y una vez más no obtuvo respuesta. Tras pensarlo un par de minutos, volvió a manipular el pequeño artefacto, que esta vez emitió un mecánico pitido.

-¿Falco? ¿Me recibes?
-Sí, Slippy. ¿Qué quieres ahora? Escucha, si es por lo de tu Landmaster...
-No es eso...por ahora. Escucha, tengo miedo por Fox. No me contesta, y ya sabes que últimamente...
-Siii, que hay más malos que de costumbre. Y, como tienes miedo, quieres que vaya con el Arwing, que va más rápido que ese trasto, a buscarle. ¿No?
-¿Sí? ¿Cómo lo has sabido?
-No lo sabía, simplemente esperaba que fuera eso. Verás, tu sabes que me gusta ir por libre, y...¡huy! ¡Te tengo que dejar!
-¡Falco! ¡¡¡FALCO!!!

Pero no obtuvo respuesta, más allá de un fuerte ruido, que le sonaba extrañamente familiar. Echándose las manos a la cabeza por su mal presentimiento, activó-por enésima vez en el día-el intercomunicador.

-¿Peppy? ¿Está el Arwing de Falco en el hangar?



Fox abrió de nuevo los ojos, con un grito acompañado de un borboteo de sangre. Rodó sobre sí mismo, en un vano intento de escapar de su agresor, pero el golpe le alcanzó de todas formas, estampándolo contra el suelo. Boca abajo, y con un agudo dolor procedente del pecho (que probablemente indicaría una rotura de costillas), notó como una mano férrea le agarraba la nuca, elevándolo en el aire, para después devolverlo al suelo, con una violencia que no había visto nunca.
 Se quejó, haciéndose un ovillo, esperando un nuevo golpe. Su rival ocupaba todo su campo de visión, estaba hecho polvo, empezaba a alucinar...era imposible que un Arwing estuviera allí...imposible...

-¡FOOOOX!-Gritó Falco, en la cabina de la pequeña nave. Lanzó una ráfaga del láser, que hizo saltar por los aires un pequeño trozo de suelo-ahora cráter- con un estruendo. Atravesó, a ras de suelo, la nube de polvo, mientras pulsaba el botón "eject". Saliendo despedido, lanzó una ráfaga de bláster al suelo, cerca del ser cercano a Fox, mientras comprobaba, no sin cierta angustia, que su Arwing no había salido tan bien parado como él mismo.

Su rival soltó al capitán, que volvió a chocarse contra el suelo en un charco de su propia sangre, y se encaró al recién llegado, avanzando hacia él lenta pero funestamente. Sin dejar de avanzar, dió un paso a la derecha, evitando así una ráfaga de bláster, con tal maestría y parsimonia que hubiera acobardado a un maestro de artes marciales.

Falco retrocedió, sin dejar de disparar a su rival; obteniendo nulos resultados. No le estaba dejando un respiro, y aun así, no acertaba ni un disparo, cuando lo extraño era que fallara. ¿Qué sería aquel ser, completamente negro, humanoide, que se acercaba a él sin dejar de evitar sus ataques?

Un fuerte golpe en el pecho le sacó de sus pensamientos, y un segundo impacto en la sien lo lanzó al suelo, inmóvil. Falco, asombrado, miró a su atacante, que avanzaba hacia él con la misma parsimonia de siempre. ¿Qué acababa de pasar? Probablemente aquello sería suicidio, pero cogió su Blaster, preparado para disparar en el último instante. Si conseguía desconcentrarlo, quizás podría rodar, escaparse, recuperar a Fox y huir hasta que llegara la Great Fox.

El negro ser se acercaba. Diez pasos. Cinco. Tres. Ninguno. Falco rodó de nuevo, tras una dura patada en las costillas. No podía perder su ventaja por no aguantar un par de golpes. Tenía que pillarlo con la guardia baja. Nuevo impacto, esta vez en el estómago. Falco se quejó. Tercer golpe, que lo aplastó contra el suelo. De la fuerza del impacto, Falco casi pierde su arma, pero en el último instante la aferra débilmente. Y, por fin, su rival lo alza en el aire, con una sola mano, dándole el momento que necesitaba. Sin vacilar, Falco disparó cuatro veces al pecho de su enemigo, quien aflojó la presa, instante en el que el piloto le asesta un fuerte puñetazo a la negra cabeza, soltándose así. Dolorido, Falco retrocedió, sin dejar de disparar cortas ráfagas. Él estaba herido, pero había conseguido alcanzar a su rival, que ahora no esquivaba con tanta maestría sus disparos, siendo alcanzado varias veces. No aminoró su marcha ni se quejó, pero Falco lo consideró una pequeña victoria. No podía desaprovecharla.

De nuevo, retrocediendo, los disparos volaban en dirección a su objetivo, que simplemente los encajaba. Algo extraño pasaba, ¿por qué ahora no trataría de evitarlos? Debería estar sufriendo daños, pero el láser no dejaba heridas visibles sobre su oscuro cuerpo. Y, justo cuando un disparo le alcanzó en el brazo derecho, el pequeño ser quedó inmóvil, respirando suavemente. Falco pausó su constante ataque, mientras contemplaba con horror la metamorfosis de su rival. Su cuerpo crecía, su cabeza se hinchaba y sus extremidades se alargaban, al tiempo que otras cuatro pequeñas protuberancias, que aumentaban de tamaño hasta formar cuatro largos tentáculos, a juego con los cuatro en los que se habían convertido sus brazos y piernas. Falco tragó saliva. Tenía ante él a un enorme y negro pulpo, flotando a tres metros del suelo, cuyos tentáculos eran más gruesos que él mismo. Apuntó al grandioso ser, pero él fue más rápido. Un latigazo con una extremidad, y el piloto saltó por los aires, deteniendo su vuelo con un montículo de tierra. Tras el impacto, su vista borrosa no mostró mas que al enorme enemigo acercándose a él, aferrándolo con un tentáculo y apretando, poco a poco, cada vez con más fuerza...

Un enorme estruendo superó los gritos de dolor de Falco, estruendo provocado por la destrucción de su reflector al caer al suelo, junto con su bláster e intercomunicador. Estaba desarmado ante su formidable enemigo. Había perdido. Abandonándose a la muerte, empezó a pensar en tiempos mejores, la Great Fox surcando los cielos de Corneria...

Una explosión alcanzó el cuerpo del octópodo, que soltó a Falco, quien se estrelló contra el suelo en su inconsciencia. Una pequeña nave, negra y roja, había surgido de la nada y lanzado una bomba al negro ser, revirtiendo así su transformación. El enemigo cayó al suelo, desconcertado, y se levantó, solo para contemplar como unas garras le atravesaban el pecho. Las garras de Wolf, quien contempló como su compañero se volvía a alzar en el aire. Tras abandonar al negro ser malherido en el suelo, Wolf rió, funestamente.

-Vaya, vaya, Fox y Falco. Anda que tenéis una suerte...
-¿W-Wolf?-Preguntó Fox, quien acababa de despertar.
-El mismo. Aunque también podrías llamarme Muerte.